19 de junio de 2011

Ira

La ira emerge cuando la persona se ve sometida a situaciones que le producen frustración o que le resultan aversivas. Para la acción e a la acción, interrumpiendo los procesos cognitivos que se hallan en curso, centrando la atención y la expresión de afectos negativos en el agente que la instiga, presenta esquemas cognitivos de evaluación negativa, favoreciendo la expresión de conductas motoras que tienen como fin causar daño o destruir.
La ira suele ser entendida por error como sinónimo tanto de Hostilidad como de
Agresión:
Ira: es un afecto primario que dota de energía y facilita las transacciones del individuo con su medio, pero que no necesariamente aboca al resentimiento o la agresividad.
Hostilidad: sí conlleva animadversión hacia el agente provocador, pero no siempre se acompaña de ira ni desemboca en agresión.
Agresividad: hace referencia a la propensión a desplegar un tipo de conducta que supone confrontación con el agente inductor, con ánimo de causarle daño.
Tendemos a pensar peor de los demás cuando nos encontramos airados. La ira nos hace menos reflexivos. Cuando nos hallamos bajo su influjo, tendemos a hacer juicios rápidos basándonos bien en las características más superficiales.
Existe una estrecha relación entre ira-hostilidad y el desarrollo de enfermedades coronarias y mayor posibilidad de hipertensión.

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